Autobiografía audiovisual y lectora

El retrato de una chica con mucha imaginación.

Mi primer sueño comenzaba con un farol cubierto de nieve. En este sueño yo luchaba junto a los hermanos Pevensie, y derrotaba a la Bruja Blanca con mi propia espada. El final del sueño era agridulce, nunca quería despertar pero, como ellos, debía volver a mi mundo tarde o temprano. La segunda vez que soñé estaba Nueva York, vestida de negro y con el pelo rojo cual cobre. A mi lado se encontraba la Viuda Negra, y juntas peleábamos contra los Chitauri. Al final de la batalla, Tony Stark me daba la enhorabuena antes de alejarse lentamente. En el tercer sueño desperté en una habitación oscura. Al principio estaba muy confusa, no fue hasta que me miré en el espejo que me di cuenta de donde estaba. Llevaba una túnica negra con detalles verdes, una corbata del mismo color y un uniforme elegante. Pronto me reuní con mis amigos en el Gran Comedor, pero me entristecí al darme cuenta de que era la única que conocía lo que iba a pasar.


El cuarto sueño ha sido hasta ahora el más extraño, pues era dos personas y al mismo tiempo no era nadie. Cuando era Jude Duarte, tenía una espada y mucha rabia. Cuando era Taryn, no sabía lo que tenía ni lo que estaba perdiendo. Era la misma moneda, pero diferentes caras. Cambiaba según iban pasando las páginas, y en ocasiones, era ambas al mismo tiempo. El quinto sueño todavía no ha llegado a su fin, quizás porque no he pasado todas las páginas, o quizás porque quedan muchas por escribir. En este sueño mi pelo es plateado, uno de mis ojos es lila y el otro verde, conmemorando a mi Targaryen favorita, Alyssa. Aquí no tengo miedo, es imposible tener miedo cuando tienes de compañero de vida a un dragón. 



En la mayoría de mis sueños soy una guerrera, irónico teniendo en cuenta que mi primer apellido es Guerrero, quizás ese destino está en mi sangre. No sé, tal vez en otro universo. En otros sueños, aparte de luchar, soy parte de la realeza ¿Qué niña nunca ha soñado con ser la reina del reino más precioso? En definitiva, se podría decir que mi mente vive en un mundo de fantasía. Mejor vivir allí que aquí.


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